Evidente es el dolor, penar por un amor no resulta tan sencillo como quisiera que fuese, es imposible sólo seguir, seguir sin mirar atrás, sin esperanza alguna. Difícil es comenzar de pronto a llorar, más aún detener ese llanto una vez ha comenzado, mantener la cordura, la paz, siquiera fingir que sigue ahí es imposible al sentirte así, distante y cautelosa, danzando con gracia para no ser vista a través del cristal. Te veo distante. Desde mi ocaso recuerdo tus labios escarlata, tu aroma a rosas; tu mirada inmortal.

Indigna es la pluma, necio el pensar; libertad tiene el fuego de arder. Incapaz de danzar con letras. Finalmente, indigno es el escritor. Aquellos trazos de tinta han perdido su vigor. -Mortal indigno, ¿Cómo osas jugar con nosotras de tal forma? -Me dice la “e” mientras toma a sus hermanas consigo. Se alejan nostálgicas, recordando las danzas que el autor les permitía.

Desesperan, en su encrucijada buscan el camino a tomar. Lo sublime del ser, en su inherente atrevimiento fue incapaz de darle al pensar alimento.Ideas, sentires, pensares, incierto es su paradero. Se agotó el elixir -susurra con desasosiego la “a” - Ese líquido que parecía jamás dejar de brotar. ¿Qué le ha ocurrido al autor? Evidente es su despedida. ¿Verdaderamente hemos de quedar varadas?

He ahí el acertijo, ¿Qué estrella cesó su brillo en el silencio? Ciertamente ninguna. Organiza un festín al despedirse, cometas, planetas y cuásares danzan la última tonada, arabesques y cabrioles al firmamento adornan la velada. ¡Ambrosia! Se regocija el ser con lo existente: la estrella ha cumplido su propósito.