Insípido existir -repite mi alma sin cesar. Delirios del azar. Sueños detrimentes. Manías sin formar.
En ocasiones, dudo del pasado. Sospecho y debo revisar que mis decisiones tengan coherencia con mis ideales. La única forma de existir es instruyendo a la mente a pensar que el pasado no ocurrió. No obstante, esto provoca confusión e incomodidad. ¿Cómo comprobar la coherencia de una decisión si pareciera ser la primera vez? De la experiencia nace la oportunidad de no errar una vez más. Equiparar al empirismo permite continuar.
Al no recordar, definí a Perséfone como una villana, como un dios que sólo aparece para crear tempestad y se va de igual forma. Olvidé por completo que es una persona y no sólo un indicador para emprender la huída. No debería enfocarme en lo que siento cuando le veo, quizá sólo son vestigios de cómo me eduqué para lidiar con un mundo del cuál no tenía suficiente información.
Cada ser humano es, ciertamente, una configuración única. Imposible es emular cada sinapsis o siquiera comprenderla. Limitarse a inferir es un error cuando el objeto de estudio está presente y dispuesto a cooperar. Incluso si el valor de un individuo sobrepasa al de su entorno, ¿Por qué habría de ser juzgado de distinta manera? No merece siquiera habitar en cercanía los demás.
Tiendo a limitar mi percepción a las características del entorno que más se apeguen a lo que necesite al momento de evaluar. En mi egoismo suelo ignorar lo que otros pudieran necesitar. Es tentador considerar, con ayuda no habría tenido que, este punto alcanzar.
He tenido una batalla constante contra mí, no sé qué ocurre alrededor; me esfuerzo por mantenerlo bajo control, pero sólo consigo seguir el libreto que me permita volver dentro. He conseguido aplazar cualquier decisión. Puedo ver al despertar, es sólo otro infierno en tempestad.