Estoy impresionado. Recuerdo constantemente la primera vez que se me dio a conocer tu existencia; yacía con paz en mi espejismo cuando el timbre de tu voz perturbó la ilusión de conocimiento en que me encontraba, creí que nada me sorprendería ya, vaya que fue una grata sorpresa cuando tu aroma incautó mi sereno pensar.
He olvidado la última ocasión en que me sentí tan ignorante del pensar ajeno. Confieso que, a día de hoy, me cuesta trabajo comprender qué pasa por tu mente y, a decir verdad, no puedo fingir que lo sé. Quizá el momento se ha esfumado ya, tal vez no ha comenzado aún.
No descarto la posibilidad que no es aquí, que en mi embeleso, olvidé ver más allá de mí. Perturba mi sentir la idea que no soy para ti, ocurre que, quizá, el sentimiento sólo existe en mí. ¿Será acaso ajeno tu pensar? Vaya ironía, en mi alegría olvidé compartir.
Voy por ahí sin considerar algo más, cada paso sólo me debe acercar a la meta actual, en cada etapa mejorar y, en ocasiones, sólo queda el tiempo ver avanzar. Hoy puedo decir, el conflicto sigue ahí. Imagino que algún día se irá, mas comprendo que, de cierta manera, sería aceptable pensar eso de mí.
Comprendo el origen y sé aceptar el peso de una decisión que no me corresponde, mas sufro el conflicto al recordar me equivoqué. Debo reorganizar mis ideas, adaptar un pensar que no te busque así; morfar un proceder que no espere más, un respirar que sólo se enfoque en continuar.
Gracias.