Mucho se ha dicho ya del primer intento, tanto nos contaron de la primera vez. El primer suspiro, la primer caricia; aquel rayo de sol que confirmó estás vivo. El primer llanto, la primer caída; la gota de rocío que te recuerda hay que partir. Ciertamente no es ajeno el concepto, intrínseco al final es comenzar, al hoy el ayer.
¿Cómo olvidar el primer beso? Ese que estremecía tu piel, el que recordó fuego y te mostró la maravilla de un amor naciente; ese que sí recuerdas hoy.
¿Cómo ignorar tu primer día al volante? Cuando dejaste de comprobar la velocidad. El día en que por fin, conducir fue parte de ti; en que soltaste una risa al olvidar.
Cuéntame de tu primer amor, el que todos callan recordar; que te invitó con las águilas volar. El que se negó a morir como un fénix, que erosionó el tiempo; que partió con el viento.
Celebremos el primer trabajo, un brindis por aquel que sí incluyes en tu CV. ¿Qué decir de tu primer sueldo? El que llegó de pronto sin ataduras, sólo para ti.
Placer es recordar aquella vez que disfruté vivir, ambrosía el primer aliento en paz. Orgullo el paso inicial, el poder en rescindir; el honor en decidir ser hoy aquí.
El primer error, ese que no lograste resarcir; entiendo, sólo aceptas es así. Comprender por fin del empirismo la noción, tomar de errar un prosperar.
¿Recuerdas el primer adiós? Ese que sin prisa develaba un conciso final, que sin voz evocó un mañana sin carencias, un amanecer que no sangra más.
Poco importa en realidad la opinión de Aión, el orden cronológico sólo es formalidad, reitero en omitir la memoria que no invita a ser contada, proclamar sólo en honor.
Gracias por leer mis letras hoy, te invito sea la primera vez.